HUGUITO, el cielo te espera, pero de nuestros corazones… no te irás jamás.  

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Hugo Viriglio, Marcelo Dorra, Juan Martín y Juan Quibar.

El miércoles de la semana pasada, falleció a los 62 años Hugo Viriglio, símbolo de San José. Fue jugador, entrenador y presidente del club Santo. Su nobleza y pasión por el club, marcó a muchas generaciones de chicos que se criaron y educaron en el pasillo de calle Bandera de Los Andes. Se fue un grande, pero dejó su huella. 

 “Se podrá haber escapado de nuestra vista, pero jamás de nuestros corazones”

La estrella más grande el universo es tuya Huguito. No existe persona en este mundo que se la merezca más que vos. Cumpliste una misión única. Dejaste tu huella en varias generaciones de pibes del club San José. ¿Sos consciente de lo que eso significa? Cientos de pibes te recordarán por buen tipo. Humilde, noble, solidario, leal, caritativo, apasionado. Sin discusión, es el mejor corte de redes de tu carrera en la vida.

A los 62 años tu corazón dijo basta. Y justo un día antes de que te fueras, un pibe del club te cruzó en el centro. Te abrazó de inmediato y te dijo al oído todo lo que significabas para él y sus amigos. Fuiste un padre adentro del club. Fuiste un amigo. Un docente. Un figura. Un jugador a imitar. Tu pasión por los colores de San José te llevó a hacer cosas insólitas, cómo tener el récord absoluto de planillas fiadas en la Federación. Pero, tus “chicos” jamás se quedarían sin jugar. Lo mismo sucedía cuando había un viaje. De tus bolsillos salían los pesitos que faltaban para el colectivo, la traffic o el rastrojero. Pero, con vos cerca, San José jugaba sí o sí. No había otra chance.

Los pibes aún recuerdan y no se cansan de contarlo. Cuando pedías un taxi, buscabas a tres chicos por sus casas y los llevabas a jugar. O cuando los sorprendías con un juego de camiseta nuevo. Nadia sabía cómo hacías, pero la pilcha nueva y coqueta del club estaba. Después, ese mismo juego de camisetas servía para dos o tres categorías, pero la ropa de San José lucía espectacular. O cuando no tenía zapatillas uno de los chicos. Y lo llevasta a Maxi, ahí en la calle San Martín, y le compraste unas Topper con una pelotita de básquet. Esos gestos no se olvidan nunca más Huguito.

Imposible no mencionar tu etapa de jugador. Pieza clave de ese San José campeón 1985 del ascenso mendocino. Nació en el Pozo Apache e integró los primeros equipos Apaches imbatibles de la década del 80. Luego, llegaste a San José y encontraste tu lugar en el mundo. Tú casa. Tu amor. Tu corazón. Fuiste un jugadorazo, con tu tirito desde el poste alto y tu penetración indefendible con ambas manos. Luego, cuando colgaste las “botitas”, tu amor por San José te llevó a ser entrenador de todas las categorías del club y luego presidente. Dejaste tu  vida por el Santo. Es más, cuando le pusieron al candado al club y parecía tierra de nadie, a puro sudor y lágrimas lo mantuviste en pie. Mostraste el camino. Hoy, el “Santo” es uno de los principales clubes del básquet mendocino.

Tu corazón decidió descansar. Sin embargo, cada pique en el parquet del estadio Mario “Pelado” Herrera, será un latido de tu corazón.

Por cuestiones caprichosas del destino, esos pibes que marcaste en el club como el Fede Chasse, el Flaco Orozco, Diego Garay, el Javi González, el Negro Moreno y otros más, te habían organizado un asado de reencuentro para el último domingo a la noche. Te fueron a buscar a tu casa y tu hermana explotó en lágrimas y les contó que habías partido hacía el cielo. Increíble pero real. No llegaste al último asado. A tu asado.

El recordado Hugo Viriglio.

Pero, sabés una cosa Huguito, te podrás haber escapado del último “asado”, pero jamás de todos aquellos corazones que pasaron por tu querido San José. Descansá  en paz, maestro. Acá te recordaremos siempre como un grande.