
Leandro Masieri sinónimo de persistencia y gloria, dialogó con SALTO INICIAL de todo. Sus comienzos, la Liga Nacional, su paso por Europa y su visión del básquetbol mendocino.
El romance de Leandro y el básquet inició desde la cuna. Su padre, Jorge, fue jugador y prácticamente metió la pelota Naranja al moisés de Leandro y Luciano, (hermano gemelo). Buscó siempre inculcarles que era un juego y debía tomarse como tal. Sus profesores, familiares y sobre todo Jorge, hicieron hincapié para incentivar la diversión de disputar un deporte y nunca trasmitirles una presión contraproducente cuando niño.
Una vez terminado el colegio secundario, los gemelos tuvieron la posibilidad de jugar en Buenos Aires, más precisamente en Obras Sanitarias, para ser dirigidos por Fernando Duro. A partir de ese momento Leandro se dio cuenta que, de invertir todas sus energías en el deporte podría llegar a poder vivir del mismo, tras no sentir como sacrificio el hecho de ir a entrenar, correr, tener que cuidarse con comidas, privarse de salidas o asados, mantener relaciones con su familia y pareja a distancia. Pudo crecer en el ámbito que él quería.
Si bien se sufren esos sacrificios, la motivación de trabajar de lo que más lo apasiona era el motor para seguir perseverando. Desde muy joven fue consciente que además de las condiciones con las que uno nace, quién quiere llegar lejos debe invertir mucha dedicación para mejorar día a día, aunque a veces las cosas no salgan. Para entender mejor, nos da este ejemplo: “yo soy un especialista de tres puntos, pero cuando tenía algún partido malo errando muchos tiros, al día siguiente era el primero en llegar una hora antes para dedicarme exclusivamente a lanzar”.
Eso lo aprendió, cuando era juvenil, por mirar a compañeros más grandes como “Pichi” Campana, Javier Mereto o Marcelo Milanesio. De ellos le quedó que “nada viene porque sí y nada es casualidad. Sí en el partido metes 6/6 en triples, es porque trabajaste para lograrlo, y si fallas no hay por qué bajonearse ya que lo lindo del deporte es que cada fin de semana te da revancha».
Hoy en día, a los más jóvenes también busca persuadirlos con el ejemplo. Si bien existen condiciones innatas hay que entrenarlas para pulirlas. Pero no sólo llega quien tiene condiciones, los que cumplen entrenando y se exigen en busca de mejorar continuamente también logran cumplir este sueño, ya que es un deporte en equipo y es tan importante quien lanza de tres, como el que hace la cortina o el que alienta desde el banco.
Luego de consolidarse como semiprofesional, emigró a Italia para convertirse en profesional, más precisamente al Virtus Bologna (equipo donde jugó Manu Ginóbili). En Europa jugó 5 años teniendo muchos logros. Por ejemplo ganó la Loule Cup siendo el capitán de dicho equipo.
Hablando justamente de Ginóbili, Masieri sostiene que “es un Maradona pero con la dedicación de Messi. Es un fuera de serie, mucho más de lo que se imagina la gente”.
Por sus títulos conseguidos, el club que más lo marcó jugando en la Liga Nacional fue Gimnasia y Esgrima de Comodoro Rivadavia. Salieron campeones del dicho torneo y de la Liga Sudamericana. Arribó a Comodoro tras su paso por el viejo continente. Una vez más, como en sus comienzos, el que sedujo a Leandro para formar parte del equipo, fue Fernando Duro.
Al llegar a su destino se unió al resto del grupo formado por el entrenador. Los primeros 11 encuentros que disputaron fueron derrotas. Cuenta Masieri, que la gente del pueblo les reclamaba mayor compromiso cuando encontraban a los jugadores en la calle.
Leandro recibió la invitación para formar parte del Juego de las Estrellas, más precisamente para sumarse al torneo de triples. El mérito fue que el experimentado jugador, fue uno de los mejores promedios de la Liga. Pero esto poco le importó.
Cuando todos los clubes habían parado una semana por el Juego de las Estrellas, Gimnasia continuó con sus entrenamientos ya que eran conscientes de que había que revertir la racha negativa. El esfuerzo dio sus frutos y ese mismo torneo el club de Masieri gritó campeón.
Perseverar y obtener el título, es considerado por el actual jugador de San José, mucho más importante que cobrar los sueldos. Si bien el lado económico nunca queda cien por ciento de lado, la satisfacción de coronarse como el mejor, no tiene parangón.
Si bien ha tenido propuestas para formar parte del Federal, hasta incluso hubo sondeos de Quilmes de Mar del Plata para jugar Liga Nacional, Leandro es consciente que para tomar el compromiso de jugar torneos prestigiosos como éstos, hay que «estar enfocado en dar todo». Hoy por hoy, con los proyectos que tiene en mente y de más, lo más conveniente, afirma, es quedarse en Mendoza. Pero por tener que manejar prioridades en cuanto lo laboral, decidió quedarse en San José para sólo disputar el torneo doméstico.
“Con San José vamos a volver a salir campeones este torneo…”
El primer club que lo depositó en Mendoza, fue la Asociación Deportiva Anzorena. Allí cosechó grandes amistades con compañeros y dirigentes. Del paso por Atenas, dejó en claro que no tiene rencores con nadie, pero no fue amena su estadía por la institución, y por último en San José, donde argumentó que el feeling entre el equipo es muy grande. La forma de jugar y el grupo de trabajo, se han transformado, para éste momento de su carrera, en algo perfecto. Leandro Asegura que «vamos a volver a salir campeones en este torneo».
Para finalizar, Masieri confía que “Ser el mejor promedio de Liga Nacional es más meritorio que haber ganado el torneo de triples del Juego de las Estrellas”. Los privilegiados para disputar este torneo son los diez mejores porcentajes de la Liga Nacional. Durante dos años consecutivos fue el mejor porcentaje de triple, siendo esto más importante que haber ganado el torneo. Si bien haberse transformado en el único tricampeón (y de manera consecutiva), lo más motivante para él fue haber sido el mejor promedio durante dos años.
El motivo es claro; a pesar de que en la competición de triples estas sólo frente al aro y todas las miradas caen sobre el lanzador generando así mucha presión para el mismo, es sólo por una noche. Pero, en cambio, ser el mejor lanzador de la Liga es más meritorio ya que uno debe entrenar día a día para tener continuidad a lo largo de todos los encuentros y demostrar ser el mejor. No es sólo una noche de suerte.