En las instalaciones del Atlético Club San Martín se desarrolló hoy el Grand Prix de Mosquitos. Así es un día de una familia que comienza a transitar el camino del básquet.
El reloj despertador no tuvo descanso dominical. A pesar del frío, todos los integrantes de la casa entraron en acción rápidamente. El papá se encargo de organizar al equipo familiar. La mamá, preparó el bolso con mates, galletitas y cosas dulces. El niño se levantó contento porque sabía que iba a pasar una mañana divertida haciendo una de las actividades que más disfruta: jugar al básquet.
La cita fue en el polideportivo del Atlético Club San Martín donde se llevó a cabo el gran prix de mosquitos, organizado por el club del Este junto a la Federación Mendocina de Básquet. Participaron Atlético Club San Martín, Rivadavia, Junín y Atenas. A medida que los participantes fueron llegando, fueron buscando a sus compañeros de equipo y profesores. Al vestir la camiseta con los mismos colores, los más pequeños aprenden el sentido de pertenencia a un grupo, a un equipo.
Cada pique de la bola naranja estimula y desarrolla los sentidos. El pase al compañero, se traduce en el compartir con el prójimo. El lanzamiento al cesto es el esfuerzo. Los niños aprenden a intentar una y otra vez para alcanzar sus futuros objetivos, personales o deportivos. Sí la bola entra al aro, festejo y gol. Objetivo cumplido. Éxito. Si no cumple con lo soñado, hay que indicarle que debe intentarlo una y otra vez. Las equivocaciones son útiles para ir corrigiendo el carácter de ese proyecto que en poco tiempo será un hombre o una mujer que deberá enfrentarse con la realidad.
Las fotos con el resto de los participantes del gran prix es inculcarle a estos futuros hombres que el que está enfrente es el rival y que merece el mayor de los respetos.
Los papás y mamás también aprendieron junto con sus hijos. Ellos participaron de las actividades que organizó el profesor Sebastián Bruno. Los niños observaron y alentaron a ese papá y esa mamá que intentó encestar la mayor cantidad de lanzamientos para ganar unas pelotas de básquet destinadas a su club.
El encuentro fue llegando a su fin y cada familia volvió a su hogar sumando experiencias.
En la pequeña y sana mente del chico quedará por siempre, que sus papás lo acompañaron a aprender los valores de la vida transmitidos a través del básquet.
La vida es un largo camino donde constantemente somos profesores y alumnos al mismo tiempo. En algunas ocasiones enseñamos y todos los días aprendemos.