SELECCIÓN ARGENTINA U19. Después de jugar un buen primer año a nivel high school de Estados Unidos, Toledano está volcando esa intensidad en la U19 que se prepara para el Mundial. Un repaso por sus sensaciones.
La Selección U19 sigue en la cuenta regresiva de cara al Mundial de Hungría. Quedan poco más de dos semanas para el debut del 7 de agosto, pero en el medio hay todo un fuerte proceso de trabajo de meses y meses de preparación, encabezado por el head coach Gregorio Martínez y el entrenador de esta camada Sebastián Silva, por lo que la actividad viene siendo intensa a días de viajar a Europa. Son 16 las jugadoras que actualmente luchan por entrar al equipo definitivo, lo que lleva a que se vivan horas decisivas dentro del plantel.
Y Génesis Toledano es una de las jóvenes de esta preselección que busca un lugar dentro de las 12 que viajarán al torneo. La mendocina corre con una historia particular luego de haber vivenciado su primera temporada en Estados Unidos, luego de pasar estos últimos meses en la School House Preparatory de Miami, en el que empezó a desarrollarse desde el plano deportivo pero también académico. Cambió Obras Basket, equipo al cual representó en los últimos años y donde consiguió un primer despegue importante (llegó a principios del 2018 con 15 años, jugando Liga de Desarrollo y Liga Femenina con el elenco rockero), por Miami, y allí se nutrió con otras armas. El hecho es que la Pipi viene de tener un sólido año con su equipo, las Wolfpack Girls, en el que consiguió ser distinguida como la mejor jugadora defensiva y mejor atleta. Además recibió honores fuera de la cancha, en la parte estudiantil como mejor promedio y estudiante destacada. Todo esto la llevó a sentir que el paso y la decisión tomada fue la correcta para seguir creciendo, desde lo personal pero también pensando en la parte basquetbolística viviendo otro estilo de juego. En charla con Prensa CAB, la alvearense de 18 años detalló cómo vienen siendo estas semanas de preparación con la selección juvenil y el jugo que le sacó a su recorrido por tierras estadounidenses. El roce ganado, las expectativas por ser parte del equipo que nos representará en Hungría, el cambio desde el físico que venía necesitando y una dinámica de trabajo tanto con la high school como las tareas en la selección que le permitieron dar un paso adelante.
– ¿Cómo venís llevando estos días que son un poco bisagra respecto a los entrenamientos que van a definir un poco la lista mundialista? ¿Hay ansiedad?
– Estoy dando lo mejor como todas mis compañeras, sabiendo también que el corte va a ser difícil y duro porque todas estamos dando nuestro 100% y más en cada entrenamiento que tenemos. Seguramente también cada uno de los entrenadores ya tiene algún panorama dentro de su cabeza de lo que va a ser el equipo, y en definitiva de acá terminará saliendo mejor equipo para llevar al Mundial y el que más rendirá en el torneo.
– En definitiva, en este punto y con tan pocas para definir los lugares, sólo queda esto que decías de dar lo mejor que tiene cada una y el resto queda a definición del cuerpo técnico.
– Seguro, y además de dar lo mejor que tiene cada una también se trata de qué es lo que necesita el equipo. Quizá el equipo necesita más de una situación que se puede explotar más a través de alguna jugadora que de otra. En el caso de nosotras, las pivotes, me parece que hoy todas nos estamos volcando a lo que necesita el entrenador y enfocarnos en eso al máximo, porque la realidad es que todas acá queremos ser parte del equipo del Mundial. Entonces escuchamos mucho lo que esté necesitando Seba (Silva) por ejemplo, o mismo agregar lo que en otra situación esté planteándonos Nacho (Navazo, asistente), y así con todo. Por eso creo que estamos todas muy enfocadas y dando lo mejor de nosotras, sea en el tema de los rebotes o lo que indiquen que tengamos que trabajar. Y apuntamos a eso, a darlo todo, intentar mejorar y trabajar en los detalles que nos indican, y en mi caso personal darle un toque propio.
– Tu sello, sería.
– Tal cual. Lo que hizo que me citen a la Selección y esté teniendo esta posibilidad soñada.
– Si hay algo que tiene esta camada en particular es que lleva muchas semanas de trabajo, preparándose a priori para ese Premundial U18 que después no terminó por jugarse pero con concentraciones presenciales desde noviembre. ¿Cuánto ayudó todo ese tiempo de trabajo?
– La realidad es que nosotras arrancamos a entrenar en agosto, por Zoom. Después se dio toda esa parte ya presencial pero comenzamos a reunirnos en agosto de forma virtual. A mí después ya me tocó irme a Estados Unidos pero después las chicas siguieron entrenando y pasaron a estar en esas burbujas, un tanto atípicas para volver pero sin dudas que un esfuerzo de la CAB tremendo porque pudieron buscar a muchas chicas para que vayan. Al no hacerse el Premundial, lo bueno que tuvimos fue que se pudo realizar la Liga, y el venir de cuarentena entrenándonos a full permitió que muchas de las chicas tengan la posibilidad de jugarla, hacerlo bien y tener un roce importante. Me parece que eso fue un plus para las que estuvieron acá, porque la competencia es muy importante y más para los equipos que vamos a jugar porque ellos están en competencia todo el año.
– Vos tuviste esa experiencia de hacer tu primera experiencia en Estados Unidos. ¿Qué te dejó ese cambio en estos meses?
– Fue una experiencia nueva. El modo de juego es muy diferente, mucho más individualista. Si bien hay toda una parte colectiva, el estilo de juego es más individualista. En el nivel de high school que estoy yo son más de 700 equipos los que juegan, se dividen por zona y de esos equipos nosotras quedamos 250, y en la última parte de la temporada quedamos en el lugar 50. Esto en high school nunca antes había pasado, por lo que fue un logro inmenso. Lamentablemente quedamos afuera en las semifinales, pero como objetivo para el próximo año va a ser pasar a esas finales y vamos a entrenar para eso.
– ¿Y a nivel formas de trabajar o entrenarse cuánto cambió?
– Las cargas son diferentes. En la parte del gimnasio por ejemplo trabajan con pesos normales, pero muchas repeticiones y muy rápido. A nivel individual trabajan bastante la parte de bandejas, los cambios... si bien yo soy pivote, eso me vino de diez. También sé que por la situación que se dio antes, donde venía de entrenarme en cuarentena y hacer de todo para poder practicar, tuvo una etapa de preparación que derivó siendo mucho más importante para no llegar a Estados Unidos tan falta de ritmo. La verdad es que fue una experiencia diferencia, tuvo cosas tanto buenas como malas, pero me sirvió mucho y estoy muy contenta con lo que pasó en este tiempo a nivel deportivo.
– ¿Dónde sentiste la diferencia?
– Me pasó en el primer partido de la temporada, que recién iban 3 minutos de juego y ya no daba más (se ríe), o jugando contra equipos que tenían jugadoras o cargadas o más pesadas que yo, y rendían mejor. También me pasó desde la parte individual... allá por ese estilo de juego que tienen no es que por ser pivote estás limitada a dos o tres cuestiones, sino que tenés que hacer bien todo para poder jugar. Depende mucho también del rival que te toque, entonces mientras más recursos tengas más vas a variantes vas a poder independientemente de contra quién juegues. Es cierto que el ritmo de allá es muy continuo, dinámico, no podés bajar un rebote y frenarte antes de salir o tener opciones, por supuesto dependiendo también del rival, porque con algunos podés salir más al contragolpe y con otros tenés que jugar más sistemas. A nivel deportivo, tener la experiencia te permite ver cómo reaccionás ante otro estilo de juego, ante otra dinámica, otra forma de trabajar, ver si te adaptás, ver lo que tenés a favor y qué te falta como jugadora.
– ¿Qué fue lo que más te gustó de lo que viste en ese cambio de estilo? Porque en todo ese proceso vos terminás viendo tu evolución a medida que va pasando la temporada y vas entendiendo que la adaptación te lleva a sentirte mejor.
– Una de las cosas que me encantó y me gusta mucho es la persistencia que tienen. Todo el tiempo. Todo lo hacen 50 o 100 veces… insisten tanto en esa reiteración que llega un momento en el que terminás de asimilarlo y pasa a ser normal. No sólo en la parte deportiva sino también en la académica, tengo todas las materias de la semana en el mismo día y horario. En matemáticas por ejemplo, si tengo 40 ejercicios en el día y no los hago todos, sé que al otro día voy a acumular otros 40 más, y después me puede tocar un examen con 120 ejercicios… cuando quizá en Argentina tenía 40 ejercicios por semana y repartidos en dos días. En definitiva lo que tienen ellos es esa constancia, tienen la dinámica de repetir tanto lo que hacen que en algún punto te termina saliendo, y eso me encanta. Me encanta porque un montón de cosas que antes quizá no tenía tanto empecé a adquirirlas con esa mecánica. Antes quizá agarraba un rebote y algunas veces salía picando, pero en Estados Unidos está implícito que eso tenés que hacerlo, y si la situación amerita que tenés que pasar la pelota también. Como que esa reiteración de situaciones de juego hace no sólo que mejores en ciertas facetas sino que además confíes también en la decisión que podés tomar dentro de la cancha, como tener la posibilidad de tomar un tiro que lo entrenás 100 veces y lo hacés con mayor confianza independientemente de tenerlo más entrenado. Entonces siento que ellos logran esos avances y cosas porque son buenos pero sabiendo que también repiten muchas veces lo que hacen. A toda esa cantidad de repetición, tengo la suerte de agregarle esa picardía argentina que tenemos nosotras.
– Tuviste algunas distinciones personales por ese buen juego que pudiste demostrar en Estados Unidos, pero también lo hiciste a nivel académico como alumna destacada y de los mejores promedios. ¿Cómo fue esa adaptación en los estudios y cómo lo combinabas con el básquet?
– Acá en Argentina la única materia que siempre me llevaba fue inglés, a pesar de los esfuerzos que los profesores curriculares y particulares que Obras puso a mi disposición, y decidí irme a Estados Unidos… a ese nivel de locura estaba (se ríe). A la high school que me fui es bilingüe, y yo me fui sabiendo casi nada de inglés, no más de lo básico. El primer mes nos permitieron usar el traductor pero después de eso no nos dejaron más usarlo, así que tuve que aprender o aprender. Nos daban un manual antes de cada semana sabiendo lo que íbamos a ver en las clases de esos días, y si tenía algo de tiempo siempre intentaba leer sobre las materias más complicadas o cargadas, para tener más noción, para incluso llevar un hilo de todo que era una forma en la que tenía de ir entendiendo cada vez más. Así me fui acomodando, y los profesores siempre están ayudando. Mi rutina del día era por ejemplo irme al colegio de las 7 a las 15, entrenábamos después de 15.30 a 19.30, y después aproximadamente a las 21 estaba durmiendo porque llegaba a mi casa, me bañaba, comía y ya no podía quedarme mucho más porque al otro día tenía que seguir y a las 6 de mañana arriba de nuevo. Entonces aprovechaba en los mini breaks o recreos a hacer todo, a repasar, a preguntar algo si no entendía… y así. Y la verdad es que me fui adaptando y las cosas terminaron saliendo bien.
– ¿Y qué conclusión te dieron tus entrenadores de allá como balance final de este primer año? ¿Te indicaron un poco cuáles son los pasos a seguir?
– Sí. Cuando termina la temporada reúnen a todas las jugadoras de a una, y les hacen una devolución de lo que fueron viendo. En mi caso me dijeron que debía trabajar un poco en el tiro de media distancia, pero que abajo del aro y con los rebotes me fue bien. Sé que los libres también son fundamentales para una jugadora en mi posición así que también estoy trabajando en eso, y también buscar mejorar el dribling para salir a jugar un poco más afuera como una alternativa en caso de requerirse si tenés rivales que son más grandes, porque si bien me dijeron que tengo buenos movimientos para jugar contra jugadoras más grandes, sé que necesito tener mayores variantes en ataque para generar varios recursos. También, a pesar de que en la defensa me destaqué, me marcaron que en mi caso particular era fundamental la comunicación con mis compañeras.
– Saliste de Mendoza con apenas 15 años, y en tres años se dio cierta vertiginosidad en cuanto a situaciones que se te presentaron. Saltar a Obras, entrenarte de otra manera, conseguir una beca en Estados Unidos y tomarla con esta high school… ¿te detuviste un poco a pensar cómo te ha ido transformando este mismo camino?
– La verdad es que no me imaginaba que podía llegar a vivir todo esto. Si bien pensaba que en algún momento podía aspirar con la posibilidad de irme a Europa, España por ejemplo, no creía que podía darse la posibilidad de Estados Unidos. La chance se terminó dando por un contacto que se generó a través del Sudamericano U17 que tuvimos en 2019, se comunicaron con mi familia y fueron haciendo diferentes propuestas de becas para que vaya. Si bien no aceptamos las primeras propuestas porque económicamente era difícil costear los gastos, terminaron dándome una beca completa y acomodándonos con el apoyo de mi familia se pudo hacer. Se dio, fue una bendición, y al día de hoy no caigo el poder estar jugando allá. Me gustaría poder seguir una carrera de Economía, porque quiero jugar al básquet y hacer mi camino como jugadora profesional pero a su vez poder capacitarme con el estudio. No pienso aflojar, y hasta donde Dios me acompañe voy a llegar.
– Volviendo al tema Selección, hoy se prioriza mucho el tema de los rebotes y en un momento lo mencionaste. ¿Qué otro aspecto más les han pedido y cómo fue tu adaptación en particular a los sistemas que les bajan Seba Silva y cía?
– Sí, el tema de los rebotes es importante y es algo en lo que estamos haciendo mucho hincapié, jugar en el dunker y saber moverse ahí. Cuando estaba en Estados Unidos, Karina me pedía los videos de mis partidos, estadísticas y demás para que los entrenadores hagan el seguimiento. Cuando volví la primera vez, que había sido para la preparación del Premundial, ya las chicas y todo el equipo tenían los sistemas que había armado Gregorio (Martínez), entonces les pedí una mano a Iara Navarro y Mili Maza así me los venía aprendiendo en el viaje de regreso a Argentina. Quería llegar bien, sentirme más preparada, y Gregorio, Nacho, Sandra (Pavón, asistente) y Agustín (Lucak, asistente) me dieron una mano para estar más orientada. Por suerte los sistemas los absorbí bastante bien y rápido, después se terminó suspendiendo el torneo y no pudimos seguir. Pero ahora, a todo eso que veníamos trabajando ya estamos afinando más en los detalles, en cosas puntuales que nos piden los entrenadores, y sabemos que el tema de los rebotes y demás situaciones son más importantes en este punto, estamos afinando ese ojo.
– La forma de los entrenamientos y las cargas pudieron ser un beneficio para la intensidad con la que se trabaja acá en la Selección. ¿Notaste alguna diferencia de mejora cuando te sumaste a esta U19?
– Creo que los hábitos que fui sumando no se pierden y que la cantidad de horas que fuimos entrenando también ayudaron a que me sienta mejor cuando volví. De todas formas también pasó en esta concentración que llevamos, que cuando arrancamos no venía a ritmo tan fuerte porque mi último partido en Estados Unidos había sido en mayo, y si bien me mantuve entrenando en Mendoza tenía que volver a acondicionarme porque por las restricciones fue el periodo donde nos habían cerrado casi todos los lugares. Ahora en todos estos días con la Selección en la que fuimos intensificando los entrenamientos, que seguimos en el doble turno y elevamos el ritmo, me fui y voy sintiendo cada vez mejor.
Fotografías: Marcelo Endelli / Prensa CAB