MAXIBASQUET. Durante esta semana en los partidos de la final de Máster 40 de la Federación de Básquet de la Provincia de Mendoza y en +48 de la Unión de Maxibásquet, homenajearon a Marcelo Suárez, un tipo noble que llevó su alegría y su básquet al Cielo. El «Panchito» dejó su huella no sólo por sus logros, sino por lo que significó para todos nosotros tenerlo dentro y fuera de la cancha. En el certamen de la Unión, el certamen llevó su nombre. Descansá en paz, amigo. Acá, todos los días te extrañamos un poco más.
El Marce siempre se calzó la verde, desde sus inicios, con un breve paso por Barriales. Tuvo el honor de picar su primera pelota al lado de un gran maestro, su viejo, un histórico de Junín, el “Pancho” Suarez, el mismo que le enseñó a cientos de jugadores verdolagas.
Amigo incondicional, hermano en la cancha, un apasionado de la naranja. Siempre dispuesto a levantar el ánimo de cada uno de nosotros, como en el último partido en el que compartimos y nos cagaste a pedos porque para vos no poníamos huevos y te morías de ganas por jugar. Siempre nos contagiaste con tu sonrisa y fuiste un ejemplo para nosotros, por tu constancia y tu garra como tu lucha por formar una familia.
Te fuiste muy rápido, luchando contra esa maldita enfermedad contra la que han perdido tantos, rival difícil que no te dejó un centímetro para que le clavaras un triple a los que nos tenías acostumbrado, pero por más que quiso, no logró evitar que ganaras el campeonato de dejar una huella en todos nosotros y que mantengamos viva tu memoria en cada partido, en cada triple o en cada abrazo que compartimos.
Entre tantos ejemplos de tu generosidad, amor y lealtad demostraste una grandísima, cuando después de más de diez horas de laburo acompañabas y asistías al Laucha González en los interminables viajes casi diarios a La Paz para dirigir el femenino.
Fuiste la causa de que varios volviéramos a despuntar el vicio, de que volviéramos a sentir la pasión de estar adentro de una cancha, todo gracias a tus mensajes insistiendo que no solo era saludable, sino que nos hacía bien para el alma. Escribo esto con bronca, emoción y dolor pensando que injusto que no te tengamos al lado, allá bien pegado al lateral y cerca de la línea de tres para meter otra bomba.
Descansa en paz querido amigo y como te decíamos siempre ¡Tirate un tirito Panchito!