SALTO LITERARIO. Hace exactamente una semana, The Last Dance, emitió su último capítulo. Una serie que copó todas las pantallas del mundo. A través de sus capítulos, utilizó al deporte para contar la historia de distintos personajes. Con la mano en el corazón, lo que menos interesa es el final.
Ya sabemos todos. Los Bulls ganan su sexto anillo en 8 años. En la temporada 97-98, Michael Jordan encesta el doble decisivo a seis segundos del final. Conocemos de memoria la jugada en que su MAJESTAD elude a Bryon Russell y convierte desde el codo el doble matador. Repito. Ya sabemos cómo terminó.
En The Last Dance, importa más el nudo que el desenlace. La serie iba a salir en junio, pero la cuarentena acortó los tiempos y terminaron a fines de abril de editar todo el material.
La serie que cautivó al mundo desarrolla muchos temas. Habla de los padres, de lo vital que es poner límites. La competencia con su hermano Larry y la necesidad de ser aceptado por su padre, forjaron su personalidad. Ahí nació su adicción a la competitividad. La influencia de la familia se nota en Scottie Pippen, quien firmó un contrato desventajoso solamente para asegurarles el futuro de ellos. Y en Dennis Rodman, ese loco hermoso que vivió dos años en las calles, porque su madre lo había echado de su casa.
Phil Jackson es el cuarto protagonista de esta hermosa historia. Se escapó del deseo de sus padres que lo querían abocado a tareas en la Iglesia. Jerry Krause, el injusto villano de la serie, sólo quería que lo quisieran y lo valoraran. El «gordito» burlado por los jugadores, se terminó vengando cuando desarmó el equipo luego de cortar redes en 1998. Micheal Jordan metía miedo. Los torturaba psicológicamente. Denigraba a sus compañeros. Justificaba todo ese maltrato en función de ganar a cualquier precio. Los últimos dos minutos del séptimo capítulo, resumen la mentalidad Jordan. ¿Quién no derramó unas lágrimas en ese final?
¿Por qué estoy escribiendo esta nota?
Porque cuando termine de ver el capítulo 4. Empecé a pensar… ¿Qué emoción percibieron los amantes del básquet? Simplemente las respuestas que obtuve decían que sus análisis no eran objetivos y que fue lo más grande que vieron. Los más chicos, en cambio, conocieron a su majestad en todo su esplendor y les impresionó el entrenamiento y la inteligencia, para jugar a este deporte. Estoy feliz de poder escribir estas líneas. Estoy feliz y agradecido por la gente que respondió con el corazón en la mano asegurando que el tipo es un fuera de serie. Amo a Jordan desde que mi papá con 4 años me hacía ver la «Cabalgata Deportiva Gillete» y los pocos compilados que había en la época de su majestad.
Obviamente que me acuerdo de casi todos los anillos que ganó. Hasta tengo las «figuritas de la NBA» que se pusieron a la venta en el año 97 y las de él venían especiales y eran 23 con formas espectaculares. A quienes están conociendo a este «Jesús negro» como le dijo Reggie Miller allá por la temporada 89, les digo bienvenidos a la Jordamanía.
The Last Dance es como una bendición. Están viendo un líder único e irrepetible que en estos tiempos, «ejemplos» como él, será muy difícil de encontrar.